¿Quienes somos?

La Escuela Popular de Personas Adultas de Prosperidad es un proyecto pedagógico y social que surge por iniciativa popular en 1973 en el barrio madrileño de Prosperidad. Un proyecto de educación de personas adultas iniciado por personas del barrio, para la gente de este y cualquier otro barrio.

Nos caracterizamos por;

· Ser una asociación autónoma e independiente de la administración y de cualquier otro tipo de organización política, sindical o religiosa. El hecho de de ser un Centro de EPA reconocido por el MEC desde 1984 nunca ha hecho mermar nuestra autonomía.

· Nutrirse económicamente de los 5 euros que cualquier participante del proyecto pueda aportar mensualmente, además de las cuotas de soci@s y de cualquiera que quiera apoyarnos.

· Contar con personas que por iniciativa propia, dedicando el tiempo y el esfuerzo que pueden y sin recibir compensación económica alguna, llevan adelante las actividades educativas que se realizan durante el curso. Ello demuestra algo ya apuntado al principio, a saber, la capacidad de la iniciativa social para autoorganizarse y responder a las necesidades, en este caso educativas y culturales, que demanda una comunidad de personas, sea un barrio, un distrito o un municipio.

· Y organizarse de forma asamblearia: todas las personas que forman parte de la Escuela se reúnen periódicamente en la Asamblea para debatir y decidir sobre las actividades, funcionamiento y cualquier tema que interese al colectivo. Es un derecho y un deber participar en las Asambleas, aunque nadie está obligado a hacerlo. La Prospe es responsabilidad nuestra.

· Entre tod@s nos repartimos el mucho trabajo que exige el buen funcionamiento de la Escuela: Las labores contables (tesorería), administrativas (matriculaciones, información de actividades en marcha, de espacios libres…) y de servicios (limpieza, mantenimiento, compras de material …) también son responsabilidad de todas/os los que formamos parte de la Escuela, y una parte más del aprendizaje de la autogestión colectiva.

· Las actividades propias del trabajo educativo (de las cuales damos cuenta en la Comisión Pedagógica) como programaciones anuales de grupo, evaluaciones periódicas, discusiones y propuestas metodológicas o de contenidos, etc son también compartidas por todos los que participamos en la Escuela.

En definitiva se trata de aprender, como si fuera una asignatura, una forma de organización colectiva que es la AUTOGESTIÓN, poniéndola en práctica, viviéndola.

La influencia de Paulo Freire radica en aceptar que la función principal de la educación es hacer personas libres y autónomas, capaces de analizar la realidad que les rodea, participando en ella y transformándola. Por ello en La Prospe asumimos una pedagogía que se renueva con la práctica y que fomenta la reflexión para la acción.

La renovación pedagógica tiene que ver con el hecho de que todos los que formamos parte de la Escuela podemos participar en las discusiones pedagógicas. La metodología pero también los contenidos o las formas de evaluación están en constante revisión y cambio. La práctica del trabajo diario modifica la teoría e inspira nuevas propuestas, como la de los Grupos de Aprendizaje Colectivo (ver unas líneas más abajo).

Esta labor de renovación pedagógica, posible, ya se ha dicho arriba, por el diálogo, frecuente e igual, que se da entre tod@s l@s que participamos en el proyecto de la Escuela Popular de Prosperidad y también entre las Escuelas Populares de Adultos de Madrid, sirvió, por ejemplo, para que la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid editara materiales didácticos destinados a profesores que trabajan con personas adultas: los Módulos Globalizados en 1990.

La manera de enseñar en La Prospe fomenta el conocimiento de la realidad, la reflexión crítica sobre esa realidad, la solidaridad con aquellos que luchan por cambiar esa realidad por otra mejor, la capacidad de decisión acerca de qué hacer en esa realidad y la capacidad de actuación para transformarla. En resumen, se concibe la educación como un instrumento de transformación social.

Organizarse de forma autogestionaria forma parte de lo que hay que aprender en la Escuela. Se trata del aprendizaje de un modo de relación entre personas plenamente democrático y es un paso hacia la transformación de una sociedad que delega en otros su derecho a opinar y decidir a otra sociedad donde la gente participa directamente en las decisiones que tienen que ver con su vida en comunidad.

Participar en las Asambleas lleva aparejado aprender a analizar los problemas que se van a discutir , a reflexionar críticamente sobre ellos, a exponer oralmente y de forma comprensible las ideas que un@ tiene, a defenderlas, a escuchar a los demás, a pensar en aquellas decisiones que benefician a todas/os y no sólo a una o uno mismo, a considerarse uno más, igual en derechos y deberes que el resto, a participar y corresponsabilizarse de las decisiones asumidas por tod@s, etc.

Freire también está detrás de lo que hacemos en la Escuela Popular de Prosperidad cuando afirmamos que nadie se considera dueño del saber:

Tod@s enseñamos y tod@s aprendemos. Los que hoy son monitor@s en un curso son también alumnos/as en otro. Los propios Grupos de Aprendizaje Colectivo, experiencia puesta en marcha en el curso 97/98, tienen entre sus objetivos hacer desapercecer las figuras del monitor/a y del alumn@. El educador tiene el papel de facilitador de la comunicación no el de único conocedor de la verdad.

Por todo esto se puede considerar a la Escuela Popular de Prosperidad como una cooperativa de cultura popular.

Los Grupos de Aprendizaje Colectivo (GAC) fueron una propuesta aceptada en las asambleas de junio de 1997. Su objetivo último era contribuir a crear una sociedad sin mecanismos de dominación. Se asignó a estos grupos la tarea pedagógica de fomentar valores opuestos y/ o alternativos a aquellos que defienden y sostienen la sociedad de tipo capitalista en que vivimos. Debían tener en cuenta que el conocimiento debía utilizarse para la acción y la acción para el bien colectivo. También que la relación entre el coordinador/a de un GAC y el resto de los miembros de ese GAC debería ser tal que ocurriese, en un momento dado, que tod@s llegaran a adoptar el rol de coordinadores/as en el grupo, esto es, que todas/os participaran como protagonistas de los aprendizajes que se irían alcanzando en el trabajo de grupo. La relación entre los miembros del GAC debía ser una relación entre iguales basada en el constante diálogo.

La metodología está basada en la participación, y en la no competición. Hay participación cuando se logra que la alumn@ sea protagonista y agente activo y creativo del proceso educativo. En la Escuela es corriente que las monitor@s presenten a las alumnas, al inicio de las clases, la Programación prevista para el curso con el fin de discutirla y modificarla entre tod@s si se cree conveniente. Es corriente también que, durante el año, entre todas/os, se revisen metodología, contenidos y materiales didácticos. La relación educativa se establece con el diálogo, de forma horizontal, superando así la relación distante y jerárquica monitor/a – alumna/o, diálogo que nos enseña que en educación de adultos hay que partir de la propia experiencia de los adultos en la vida, partir de lo que saben para para aprender cosa nuevas y llevarlas de vuelta a la vida. Es no competitiva. No hay mejores, ni peores, ni aprobados ni suspensos. Lo que hay son personas que quieren aprender, que son conscientes de sus dificultades para aprender, que aceptan a las/os demás con sus dificultades y que se ayudan mutuamente para superar esas dificultades. Nadie puede pensar que el curso ha sido todo un éxito cuando finaliza si en el grupo ha quedado alguna persona que no ha avanzado en la adquisición de conocimientos, o en su capacidad para relacionarse con los demás, o en la estima que tiene de sí misma.

En la Escuela los contenidos educativos que se trabajan, tienen que ver con el mundo que hay alrededor. Es muy normal que en las clases se introduczcan, desde distintos puntos de vista y con todo el rigor científico posible, aquellos hechos sociales que nos afectan como personas que habitamos un mismo planeta: la discriminación de la mujer, los atentados contra el medioambiente, los gastos militares y las guerras, las desigualdades Norte-Sur, la necesidad de viviendas y espacios autogestionados de cultura popular (okupación), los atentados de grupos fascistas organizados, etc.

Ser capaz de tomar decisiones y responsabilizarse de sus consecuencias forma parte de lo que se aprende en la Escuela. Esto se aprende y se aplica en la adopción, por parte de la Escuela, de una postura propia (decidida en Asamblea ) ante aquellos problemas sociales que afecten a los miembros de la Escuela . (Esto no influye en la forma de trabajar esos problemas sociales en las clases – siempre desde dintintos puntos de vista y con datos objetivos – ) . Se toma postura y se asumen las consecuencias: participar junto con otros grupos en la preparación de lo que se vaya a hacer; propagar lo que se va a hacer; ir a los actos propuestos; poner dinero , etc.

La evaluación es permanente y se hace sobre todo lo que se realiza en la Escuela. La evaluación es siempre autoevaluación y coevaluación. Se evalúa el trabajo dentro de cada grupo, en el que cada persona ejerce la autocrítica sobre sí misma y los demás contribuyen, con sus aportaciones, a enriquecer esa autocrítica, y se evalúa el trabajo dentro de la Escuela. Esto último ocurre en una serie de asambleas generales que hacemos en junio, en la que todos los que formamos parte de la Escuela tenemos voz. Las personas, al entrar en la Escuela, se comprometen libremente a aceptar una manera de funcionar (decidida en Asamblea y que puede ser cuestionada y cambiada) con el grupo en el que entran y con la Escuela en general. Las evaluaciones sirven para comprobar si la manera de funcionar sirve para lograr los objetivos pedagógicos y sociales que nos proponemos o no.

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